miércoles, 2 de diciembre de 2015

Salmo 121: "Jehová es tu Guardador"

Salmo 121


Cántico Gradual.
1Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.

No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.

Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.

Jehová te guardará de todo mal;
El guardará tu alma.
Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.


Introducción

Cuenta una historia, que en una ocasión, un ateo caminaba rumbo a su casa a altas horas de la noche por una calle peligrosa, cuando divisó a la distancia, a un grupo de jóvenes con apariencia sospechosa.  Conforme el grupo se iba acercando, el ateo se sentía cada vez más nervioso y asustado.  Luego, en medio de la penumbra, el ateo notó que uno de los jóvenes portaba una gran Biblia con pasta de cuero.  Entonces, el pobre hombre sintiéndose aliviado dijo, en voz muy baja, “Gracias a Dios, son cristianos”.  Esta historia nos enseña que en medio del peligro, todos buscamos ayuda sobrenatural. 

Contexto Histórico

Parece que el autor del Salmo 121 se encontraba en una situación similar. Según la mayoría de los eruditos, los salmos que van del 120 al 134 eran entonados por los peregrinos mientras ascendían hacia Jerusalén y por eso llevan el subtitulo “Cántico Gradual” o “Cántico de las Subidas”.  No es difícil imaginar los peligros que aquellos viajeros experimentaban en sus peregrinajes.  Los caminos estaban llenos de tantos riesgos que la búsqueda de protección era una necesidad primaria de todo viajero.

Análisis literario

Este salmo se divide en cuatro estrofas.  La primera es una reflexión, en primera persona, acerca del origen de nuestro socorro.  Las otras tres son una proclamación, en segunda persona, sobre la excelencia de la protección divina.  Algunos opinan que se trataba de un diálogo entre el salmista y el sacerdote en Jerusalén.  Yo prefiero verlo como un monólogo que inicia con una reflexión y finaliza con una proclamación de la grandeza del resguardo divino.

La primera estrofa narra la necesidad de protección que experimenta el salmista.  Ante el reconocimiento de los tantos peligros presentes en el viaje, el peregrino contempla los escarpados riscos y cumbres del camino de ascenso a Jerusalén y lleno de consternación exclama:

1Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.

No hay que olvidar que los montes eran lugares de adoración pagana (1 Reyes 17:9—10).  El salmista se encuentra ante toda una gama de ofertas, muchas deidades ofrecían su ayuda desde los lugares altos.  Sin embargo, él sabe que los ídolos son metal, piedra y madera, incapaces de hacer el bien o el mal (Isaías 41:23).  Solo el Señor puede salvar, porque solo él es creador de los cielos y la tierra.  

La segunda estrofa exalta la capacidad del Señor para proteger en todo momento.

No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.

El texto claramente alude a la experiencia del profeta Elías ante los profetas de Baal en el monte Carmelo.  Ante todo el pueblo de Israel, el profeta de Dios había retado a los profetas de Baal a hacer descender fuego del cielo para consumir un sacrificio.  Al medio día, ante la frustración de aquellos 450 profetas Elías decía: “…Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle” (1 Reyes 18:27).  En contraste, el Señor no duerme ni se adormece; y por eso, el peregrino puede estar seguro que Dios cuidará sus pasos.  El puede caminar por los senderos más escarpados y su pie jamás dará al resbaladero.

La tercera estrofa es un recuerdo de la experiencia del éxodo.

Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.

Israel en el desierto no se fatigaba durante el día ni se entumecía durante la noche porque el Señor los acompañaba en forma de nube durante el día y columna de fuego durante la noche (Deuteronomio 1:33).  Moisés comparó este cuidado a la protección paterna cuando dijo: “Y en el desierto has visto que Jehová tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta llegar a este lugar” (Deuteronomio 1:31).  Un padre amoroso siempre toma a su hijo de la mano para protegerlo de todo riesgo en lugares peligrosos y para cubrirlo con su sombra en lugares soleados.  El Señor es una sombra que nos toma de la mano derecha.  Ni el sol, ni la luna, ni las escarpadas cumbres podrán dañarnos.

La última estrofa, recuerda al peregrino que la protección del Señor es completa y omnipresente.  Los pueblos vecinos creían en dioses locales, dioses que tenían jurisdicción solo en ciertos lugares, o que ejercían su poder solo en determinadas circunstancias.  Esta creencia se ve reflejada en las palabras de los sirios después de haber perdido la guerra contra Israel.  El texto dice: “Y los siervos del rey de Siria le dijeron: sus dioses son dioses de los montes, por eso nos han vencido; mas si peleáremos con ellos en la llanura, se verá si no los vencemos” (1 Reyes 20:23).  Los sirios estaban totalmente equivocados.  El Señor no es dios de montes o valles, mares o cielos.  Él es el único soberano, creador de los cielos y la tierra, capaz de proteger de toda adversidad en cualquier lugar.  El salmista lo sabe y por eso exclama:

Jehová te guardará de todo mal;
El guardará tu alma.
Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.

El peregrino puede estar tranquilo porque el Señor lo acompañará y protegerá de todo mal desde el momento en que salga de su hogar rumbo al Templo, hasta que regrese de su viaje; no una o dos veces sino para siempre.

Reflexión Teológica

Las iglesias de Cristo no hacemos peregrinajes porque no creemos en lugares sagrados; eso era parte del Antiguo Testamento.  Hoy sabemos que “Dios es Espíritu” (Juan 4:24) y que su templo es la Iglesia (1 Corintios 3:16).  Dios no está en un lugar específico sino en la congregaciones de los fieles (Mateo 18:20).  Es verdad que hay lugares importantes por su valor histórico y nos atrae visitarlos, pero eso es turismo, no peregrinaje.

Sin embargo, somos peregrinos porque nuestro hogar no está en este mundo; nuestra ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20), y hacia allá marchamos.  No hacemos peregrinajes, pero somos peregrinos.  Nuestros peligros no se deben a un viaje terreno, sino a nuestra jornada hacia las moradas celestiales.  Nuestros peligros no provienen de los hombres sino del demonio mismo.

El trabajo de Satanás consiste en evitar que lleguemos a nuestra patria celestial.  ¿Qué artimañas usa?  Todas las que pueda.  Por una parte, Satanás puede hacernos la vida imposible en este mundo.  Recuerda, su objetivo no es fastidiarnos sino hacer que desistamos de nuestro peregrinaje hacia el cielo.  Jesús dijo “…En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).  El Señor no evitará nuestras aflicciones, sino nos dará la fuerza necesaria para que acabemos la carrera a pesar de ellas.

Por otra parte, Satanás también puede hacer que la vida nos sonría.  El tiende a llenar de comodidades a las personas a fin de que olviden que son extranjeros y peregrinos en este mundo.  En efecto, algunos cristianos han sido tan prosperados que ya no esperan o no desean la manifestación gloriosa del reino de los cielos.  Están tan acostumbrados a este mundo que lo aman y detestan la idea de separarse de él.  Satanás utilizará cualquier medio para evitar que lleguemos a nuestro destino eterno.

Conclusión


Como Iglesia debemos estar conscientes que lo importante es llegar al final.  No importa cuánto camino se haya recorrido, si no se llega al final, no hay recompensa.  Una maratón es una carrera de 42 kilómetros con 195 metros.  De nada sirve ir a la delantera durante los 42 kilómetros si no se recorren los últimos 195 metros.  Lo importante, para el cristiano es concluir la carrera (Hebreos 12:1).  Habrá momentos de prosperidad, Satanás nos ofrecerá el mundo y todos sus deleites, pero jamás debemos olvidar que somos peregrinos en este mundo, que aquí estamos de paso nada más.  Habrá aflicciones, habrá peligros, pero a nuestro lado va el Señor nuestro amparo, nuestra fortaleza, y nuestro pronto auxilio en la tribulación (Salmo 46:1—3).  Confiando en él, llegaremos a nuestra patria celestial con toda seguridad.

Tema de predicación en el 37 aniversario de la Iglesia de Cristo en barrio Guanacaste, Tegucigalpa.


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Para escuchar una predicación sobre este mismo texto, haga clic sobre el siguiente enlace: Jesús, la Luz del Mundo


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8 comentarios:

  1. Muy linda reflexion... Dios te bendiga.

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  2. Gracias por subir el estudio, me ayudo mucho
    Bendiciones..!!

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  3. Hermosa reflexión, los apuntes muy oportunos. Excelente fuente en los versículos citados. Es una bendición como el Señor añade sabiduría as sus hijos. Gracias por compartir este tema.

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  4. DIOS te siga bendiciendo e iluminando con su SANTO ESPÍRITU

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  5. gracias por compartir esta palabra que alienta mi vida bendiciones

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  6. hola tomare algunos apuntes para nutrir el selmon del domingo 12-03-2023 Elvin Henriquez Venezuela torreseelvin954@gmail.com

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  7. torreselvin954@gmail,com

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  8. Dios t bendiga mucho lindo msj,desde Rep D

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