lunes, 12 de octubre de 2015

Hechos 1:7 “La Sola Potestad del Padre”

TEXTO


Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7).

COMENTARIO

Por Selvin Monterroso

¿Por qué es importante comentar este pasaje bíblico?


Porque algunos grupos como los "Testigos de Jehová" ven en él, un argumento contra la divinidad de Jesús.  En efecto, este texto muestra que poner los tiempos (χρόνους) y las sazones (καιρούς) es una actividad que pertenece únicamente al PadreEl argumento parece muy lógico y creíble.  Sin embargo, un análisis cuidadoso de la divinidad de Jesús y su relación con el Padre explicará el texto sin recurrir a construcciones artificiosas. 



¿Qué enseña el Nuevo Testamento sobre la divinidad de Jesús?


El Nuevo Testamento enseña que Jesús es Dios.  A continuación se presentan tres categorías de argumentos.  

En primer lugar, Jesús es llamado Dios y adorado como tal en el Nuevo Testamento.  Los siguientes pasajes bíblicos lo demuestran.
“Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28).
"Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Colosenses 2:9).
"Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" (Tito 2:13).
" Y él dijo: Creo, Señor; y lo adoró" (Juan 9:38)
"he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo ¡Salve!  Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron" (Mateo 28:9).
Estos son solamente uno cuantos pasajes en los que se demuestra claramente que los mismos honores que se dan al Padre se dan al Hijo.  

En segundo lugar, Jesús mismo se iguala al Padre.  Esto se puede ver en varios pasajes como los siguientes:
Respondió entonces Jesús … Todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.” (Juan 5:19).
“Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30).
“Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre y nos basta.  Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿Cómo pues dices tu: “Muéstranos al Padre”?” (Juan 14:8—9).
Este último pasaje es especialmente interesante porque la identificación entre Jesús y el Padre es plena: quien ha visto a uno, ha visto al otro.

En tercer lugar, Jesús goza de atributos divinos tales como:
Omnipotencia: Jesús se acercó y les habló diciendo: “Toda potestad me es dada en el cielo y el la tierra” (Mateo 28:18).
Omnisciencia: Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos; y no necesitaba que nadie le explicara nada acerca del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre” (Juan: 2:24—25).
Omnipresencia: “…Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
Eternidad: Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en si mismo;” (Juan 5:26).
En conclusión, el Nuevo Testamento enseña la completa divinidad de Jesús.  Se le llama y adora como Dios, tiene atributos divinos y él mismo se identifica plenamente con Dios.


Entonces, de acuerdo al Nuevo Testamento, ¿El Padre y el Hijo son la misma persona?


No.  Aunque Jesús es divino y se identifica perfectamente con el Padre, el Nuevo Testamento lo presenta como una persona distinta.  Note específicamente los siguientes argumentos:

En primer lugar, Jesús siempre habló del Padre como de otra persona.  Él dijo
A cualquiera, pues, que me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32).
Porque todo aquél que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre” (Mateo 12:50).
 “Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo.  Porque el que me envió, conmigo está, no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:28—29).
Estos solo son una pequeña muestra.  Cualquiera que lea los evangelios notará que Jesús habla del Padre como de otro.  Los textos en los que se identifica con él son la excepción y no la regla.

En segundo lugar, el hecho de que Jesús orase constantemente demuestra que era distinto al Padre.  Donde hay oración, hay comunión y donde hay comunión, hay pluralidad de personas.  La súplica de Jesús en Getsemaní demuestra lo que venimos diciendo.  Jesús oró diciendo Padre, si quieres, pasa de mi esta copa; pero no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lucas 22:42).  Claramente, existen dos voluntades en este texto, y esto sólo es posible si el Padre y el Hijo son dos personas distintas.  En pocas palabras,  Si Jesús y el Padre fuesen la misma persona, no existiría oración alguna.
                                 
Finalmente, los escritores del Nuevo Testamento presentan al Padre y al Hijo como dos personas distintas.  El apóstol Pablo siempre iniciaba sus cartas con la frase Gracia y paz de Dios el Padre y de Jesucristo nuestro Señor” (Romanos 1:7; 1 Corintios 1:3; 2 Corintios 1:2 etc.) haciendo una clara distinción entre ellos dos.  De igual manera, el apóstol Pedro afirma ser siervo de Dios y del Señor Jesucristo (1 Pedro 1:1).  Además, el apóstol Juan afirma que el Verbo de vida fue percibido por su vista, oído y tacto (1 Juan 1:1); sin embargo, en la misma carta dice que nadie ha visto jamás a Dios (1 Juan 4:12).  Lo difícil es encontrar a algún autor bíblico que confunda las personas del Padre y el Hijo como suele suceder en la religiosidad popular.


Entonces, ¿Existen dos Dioses?


No.  La Biblia enseña categóricamente que solamente existe un Dios.
Oye Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”  (Deuteronomio 6:4)
 Así dice Jehová, Rey de Israel y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero y yo soy el ultimo, y fuera de mi no hay Dios” (Isaías 44:6)
"Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre," (1 Timoteo 2:5).
El monoteísmo o creencia en un solo Dios fue precisamente la característica peculiar del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento; todos las demás naciones creían en varios dioses.  La Iglesia simplemente aceptó esta verdad.



¿Cómo entender esta paradoja?


Se le llama paradoja porque existe información contraria.
  1. Jesucristo es Dios
  2. Jesucristo no es el Padre
  3. Sin embargo, existe un solo Dios
Para solucionar esta paradoja, podemos eliminar una de las proposiciones pero en tal caso también se debe buscar explicaciones complicadas para neutralizar los textos que la enseñan.  Cabe destacar, que en este documento solo hemos citado unos cuantos en cada categoría.

La posibilidades son las siguientes:
  1. Negar que Jesucristo sea Dios.  Este es la posición de los Testigos de Jehová.  Ellos exaltan los textos de la segunda y tercera proposición.  Sin embargo, no pueden explicar todos los textos que enseñan la primera.
  2. Negar la que Jesucristo sea distinto al Padre.  Esta es la posición de los modalistas o Pentecostales del Nombre.  Ellos exaltan la primera y tercera proposición.  Cabe destacar que tiene muchos problemas explicando los pasajes que enseñan la segunda proposición.
  3. Negar que haya un solo Dios.  Esta no es una opción muy popular pero de vez en cuando alguien enseña que Jesús y el Padre son dos dioses distintos.
Nótece que el error proviene de la racionalización.  Pretendemos comprender a Dios y ubicarlo dentro de las categorías humanas.  Cualquier racionalización conducirá a la negación y afirmación exagerada de una parte de la verdad y por lo tanto al error.

Como hemos visto, la Biblia enseña claramente las tres verdades.  Sin embargo, Cómo ellas se relaciona no está revelado.  Nuestro deber como miembros de la Iglesia del Señor es aceptar lo que la Biblia dice y adorar a Dios en medio de la paradoja.  No podemos entenderlo, por eso lo llamamos misterio.  Dios es uno pero se manifiesta en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.


Ahora bien, ¿afecta a la divinidad de Cristo que el Padre ejerza una propia potestad?


No. Sin embargo, antes de explicar por qué no, es necesario remarcar algunos detalles del pasaje en cuestión.

En primer lugar, la expresión griega ἐν τ ἰδί ἐξουσία (en el propio poder o potestad) implica que solamente el Padre tiene este poder.  Solamente él elige los momentos de salvación.  En segundo lugar, el texto usa las dos palabras griegas para tiempo χρόνους καιρούς.  No hay tiempo que escape al control del Padre.  Cronos (χρόνους) es el tiempo lineal, la sucesión de eventos, mientras kairós, (καιρούς) hace referencia a los momentos de salvación, los instantes en que Dios actúa.  Generalmente, el primero hace referencia al tiempo en general; el segundo a las intervenciones divinas. 

Cuando comprendemos que Jesús es divino pero que es una persona distinta al Padre, el texto deja de ser problemático.  Cada persona de la deidad tiene un rol especial.  El Padre planifica, el Hijo ejecuta y el Espíritu Santo capacita.  El Padre en su sola potestad elige el momento oportuno.  El Hijo en su propia potestad ejecuta la acción salvífica.  El Espíritu Santo empodera por medio de sus dones según su voluntad (1 Corintios 12:11).  El Padre eligió cuando debía de venir Cristo.  Jesús vino y el Espiritu Santo estuvo actuando juntamente con él.  El Padre elegirá el momento de la segunda venida.  El Hijo vendrá por su Iglesia y el Espíritu Santo la prepara para ese encuentro mediante la santificación.

En conclusión, una vez que se comprende bien la relación de las tres personas divinas, el pasaje en cuestión y otros similares dejan de ser problemático.  Que el Padre o el Espíritu Santo tengan roles específicos en nada disminuye o afecta la divinidad del Cristo.


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1 comentario:

  1. Se le saluda amada familia:Dios siga bendiendo tu vida... Muy útil y edificante lo que enseña... Hno:porque utilizamos más la biblia que las Escrituras.. Un abrazo

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